“Recomiéndeme gente”; esa es la respuesta que he escuchado a lo largo de más de 20 años con algún acercamiento a la vida pública cuando he hablado con funcionarios u otros servidores con responsabilidad de dirección de asuntos públicos. Este mensaje refleja dos cosas: es difícil saber quién es idóneo para las funciones de servicio público y quién está dispuesto a asumirlas.
El problema de equipar de personal a una administración pública es bastante complejo. Cada posición requiere de una cantidad de conocimientos, experiencia y rasgos de personalidad diferentes. En ausencia de un verdadero sistema de servicio civil, que aseguraría el que la mayoría de las posiciones operativas estuviesen cubiertas por personal profesional permanente, los funcionarios deben llevar “su equipo”.
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