Publicaciones en Finanzas
Conceptos de eficiencia en política energética

El alto costo de la energía eléctrica y el desbalance financiero de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE) son problemas serios que requieren atención urgente y permanente. Entre otras medidas que se deben tomar, existen dos ideas que nos pueden ayudar en este proceso, las cuales se aplican en muchos países. Estas consisten en habilitar la autogeneración interconectada de energía renovable (principalmente solar) y crear un sistema de diferenciación horaria para altos consumidores.

La generación de energía solar es la más democrática y promotora de un mercado energético con una menor concentración de la capacidad de producción, al darle la opción de ser su propio generador a todos los abonados de la ENEE con trámites burocráticos mínimos. La generación de energía solar es tecnológicamente más avanzada y continúa avanzando a un ritmo mayor que cualquier otra fuente de energía, por lo que su costo se irá volviendo cada vez menor.

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La deuda pública: composición y eficiencia

La deuda pública es un elemento de enorme peso en las finanzas públicas, de un monto enorme y de gran impacto en las capacidades y limitaciones de la acción gubernamental. Tiene como componentes principales la deuda externa (por préstamos concesionales bilaterales o multilaterales, comerciales o emisiones internacionales) y la deuda interna (a través de emisiones locales). Cada uno de estos métodos tiene desafíos y ventajas especiales que deben ser objeto de debate público.

El monto total de la deuda es de aproximadamente 14,600 millones de dólares (US$), de los cuales un 60% corresponde a la externa y el 40% restante a la interna. Como proporción del tamaño de la economía (Producto Interno Bruto, PIB), la misma ha ido creciendo gradualmente acercándose a un 50% del valor del PIB (la fuente es el informe cierre 2018 del Departamento de Gestión de Deuda y Riesgo).

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Financiar la agricultura

Nunca se ha podido crear un sistema nacional sostenible para el sector agrícola. Los problemas de ineficiencia, ignorancia y corrupción han sido severos, pero no explican por sí mismos el mal resultado. El alto riesgo y volatilidad de los mercados agrícolas, combinado con las diferencias que tienen con los créditos más “urbanos” (industria, inmobiliarios, vehiculares, personales) ha hecho difícil dar soluciones. La banca privada, por las mismas razones, tampoco ha podido desplegar todo su potencial en este sector.

La inseguridad de las cosechas, combinado con la voraz necesidad de crédito en un campo empobrecido donde hay pocos ahorros, crea las condiciones para un financiamiento artesanal y de mucho riesgo. Hay escasos registros, escaso acceso a historial de crédito o cumplimiento y poca transparencia en los precios. Los altos costos, la precariedad y el desincentivo a invertir son corolario natural de esta condición.

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Financiamiento público para actividades privadas

Hemos probado en múltiples y repetidas formas el financiamiento de parte del estado para actividades privadas de forma directa o indirecta. Esto ha incluido tanto una banca estatal que presta directamente (BANADESA), como formas de avales o riesgos asumidos por el estado (CONADI) u otras formas híbridas. Lo que todas estas soluciones han tenido en común es resultar en pérdidas grandes de recursos públicos y distorsiones en las operaciones.

Esto debe ser evidente a estas alturas. Cualquier empréstito avalado u otorgado por el estado tiene, por su origen, un alto grado de riesgo de pérdida. El funcionario no tiene un interés financiero directo en el buen desempeño de los créditos (largo plazo), pero sí un beneficio visible propio de otorgar el financiamiento o crear el programa (corto plazo). Por tanto, los incentivos son de desembolsar la mayor cantidad de recursos posibles minimizando la importancia del riesgo futuro.

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