Fukuyama y las cuatro narrativas de la historia

Acabo de terminar el libro "El fin de la historia y el último hombre" de Francis Fukuyama (1998). Contrario a la reputación que tiene de dar por terminados los procesos históricos con la victoria de la democracia liberal, este trata de recoger las principales vertientes del pensamiento sobre temas políticos para explicar el progreso, incluyendo sus amenazas.

De las referencias que hace a diferentes fuentes de pensamiento, se puede concluir que hay cuatro narrativas distintas que se pueden asociar con su exponente más prominente (esta es mi conclusión propia). Estas son Liberalismo clásico (Hobbes y Locke), Constitucionalismo (Hegel), Socialismo (Marx), y Señorío (Nietzsche). Las dos primeras tienden a converger en una democracia liberal y social moderna, y las otras dos (aunque peligrosas) tienen elementos válidos de análisis que una sociedad necesita incorporar.

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Reduzcamos las barreras de entrada para los más pequeños

Lanzar cualquier tipo de emprendimiento o ejercer una actividad productiva tiene una cantidad de incertidumbres y dificultades por su naturaleza. Estos riesgos naturales son agravados por circunstancias o deformaciones que afectan a todos, pero especialmente a los más pequeños o nuevos. Generalmente, las economías que logran superar este problema lograrán un crecimiento sostenido, ya que se requiere la mayor cantidad de motores posibles para impulsar el desarrollo económico.

La concentración económica es un proceso que se da de forma automática en las economías. Existen muchas actividades en las que se van reduciendo las personas o empresas que participan, porque las ventajas de escala en eficiencias y costos van en aumento. La industria automovilística, aerolíneas, y otras a nivel internacional son un ejemplo de esto. La ventaja no solo se da dentro del mismo rubro, sino que se lleva a participar en otros. Para una empresa constituida, competir en otros rubros le puede resultar más fácil que para un pequeño que sea especialista.

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La devaluación y la política monetaria

La política monetaria (para los que no somos economistas) se puede resumir a rasgos generales en regular el valor de la moneda con respecto a metales preciosos o divisas extranjeras (el dólar en nuestro caso). La política puede ser de sostener o incrementar el valor (reduciendo la oferta), o de buscar reducirlo con una devaluación.

Los diferentes cursos de acción tienen ventajas y desventajas. Las monedas de alto o bajo valor solo son “buenas” o “malas” en función de que reflejen una realidad y sean una herramienta de estabilidad y crecimiento. Por ejemplo, Estados Unidos aduce que China mantiene artificialmente bajo el valor de su moneda dando ventaja desleal a sus exportadores a expensas de sus consumidores (y de las exportaciones de EE. UU.).

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¿Protección o libre comercio? Lecciones históricas

El conflicto entre proteccionismo y libre comercio ha sido de gran importancia en el desarrollo del pensamiento político moderno. Ambas vertientes cuentan con una ilustre historia intelectual y de experiencias prácticas. Igualmente, para ambos casos se encuentran ejemplos de mala aplicación que dañaron a una sociedad y su progreso. Esto se enmarca en una política de estado que puede dar preferencia al interés del consumidor (liberal) o productor (nacionalista). Estos términos son específicos al tema, y no guardan relación con los partidos políticos actuales.

El modelo de manejo del comercio internacional hasta el siglo XVIII era el mercantilismo.  Este estaba basado en que la actividad económica no generaba crecimiento y en que los estados debieran de tratar de acaparar el mayor comercio posible (manifestado como oro y plata). Por tanto, se aspiraba a controlar con restricciones, aranceles y monopolios la actividad, lo cual resultaba contraproducente.

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