Hace 40 años, el mundo estaba inmerso en la Guerra Fría. Los dos bloques principales competían en múltiples ámbitos, pero ambos promovían un mensaje universalista para atraer simpatizantes y aliados. En el bloque occidental, se acogía a quienes creían en la libertad política y económica, mientras que el bloque socialista ofrecía una visión de transición hacia un orden social más justo. Aunque esta es una simplificación, ambos sistemas buscaban proyectarse como modelos universales para toda la humanidad.
Con el colapso del comunismo internacional y el ascenso de las economías de mercado globalizadas, se impulsó la universalización de la democracia y el capitalismo con un enfoque de bienestar social. Esto generó décadas de progreso en muchos sectores, pero también provocó fricciones y resentimientos en comunidades y sectores que se sintieron marginados o perjudicados por estos cambios.
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